El ser humano necesita referencias, que no es lo mismo que certezas, aunque estas hayan sido diferentes a lo largo de la historia y hayan evolucionado, ascendiendo en la pirámide de Abraham Maslow.
Durante todo ese proceso hemos desarrollado nuestra actividad en entornos inciertos. Solemos estar de acuerdo en que demasiadas veces repetimos la historia, como vemos actualmente por desgracia, pero, a pesar de todo, la sociedad humana sigue evolucionando y creciendo.
Por último, ese crecimiento, demográfico, económico, institucional, global, es calificado como exponencial. Los recursos parecen no agotarse.
De todo lo anterior se puede extraer la esencia de este artículo: toma de decisiones basadas en referencias, gestión en la incertidumbre, situaciones repetidas y necesidad de crecimiento, son las bases de la humanidad y su progreso.
En determinados momentos históricos surgieron diferentes religiones en algunos puntos del planeta, mientras que en otros, arraigaron ideologías en grupos crecientes de seres humanos. En un entrelazamiento maravilloso, la ciencia fue desarrollando su propio camino. Un camino a veces apartado, más tardío, mientras compartía con la religión, la pasión por lo desconocido y la búsqueda de certidumbres.
Ciencia y religión se han relacionado empática o violentamente, pero como nos indican de modo excelente Ferragud y Florensa: “Ciencia” y “religión” no son ladrillos sólidos y rígidos que se puedan identificar a lo largo de los tiempos en diferentes épocas, contextos, líneas de pensamiento, actividades y espacios. Sus fronteras no solo son difíciles de definir para momentos y contextos determinados, sino que han cambiado con los siglos; a veces han producido solapamientos prácticamente totales entre ambas actividades y, en otras ocasiones, las han situado en universos paralelos. Es necesario reflexionar, por lo tanto, si resulta provechosa, para entender estos acontecimientos, una aproximación fundamentada en las etiquetas “ciencia” y “religión” o si, por el contrario, estas dos categorías ofuscan más que iluminan.
Me gusta utilizar esta polémica histórica para valorar si nos encontramos ante una nueva fusión de ciencia y religión en lo que ha dado en llamarse el Dataísmo.
Nos ocurre que, cuando intentamos mejorar nuestra actividad económica, nos aferramos a esos ladrillos sólidos y rígidos con los que construimos nuestras certezas. Los colocamos una y otra vez, de mil formas distintas, esperando encontrar la puerta de salida del problema a resolver.
El Dataísmo, la religión o la ciencia del dato, nos anima a romper con esos paradigmas previos y dejar que sean los datos quienes adjetiven, describan y clasifiquen la realidad analizada.
Esto es, por ejemplo, lo que llevamos a cabo desde Smartup en el principal productor de azúcar español. La verticalidad de esta empresa (compran a precio pactado por adelantado a los agricultores el azúcar que posteriormente venden) les obliga a equilibrar oferta y demanda continuamente. Para ello, se han desarrollado una serie de modelos predictivos que permiten aproximarse, con anterioridad a iniciar el proceso de extracción de sacarosa de la remolacha, tanto a la calidad de esta como al volumen de extracción. Esta valiosa información permite evitar desequilibrios de producción y venta que, de lo contrario, produciría efectos negativos en su cuenta de resultados.
Viendo la potencia de planteamientos como este en múltiples sectores, hemos querido entender qué elementos caracterizan el Dataísmo como para situarlo en un estatus tan alto de nuestras creencias.
Podríamos decir, en primer lugar, que genera claros retornos, que crece su uso entre individuos, empresas y países, que se ramifica, diversifica y que genera rápidamente escenarios futuros desconocidos hasta ese momento.
Esta nueva religión científica o ciencia cuasi religiosa, obliga a sus fieles a desarrollar una de sus capacidades por encima de las demás, lo cual, de nuevo, nos lleva a nuestros orígenes evolutivos.
¿Cómo se desarrolla la Humanidad? Haciéndose preguntas. Parafraseando a Yuval N. Harari, primero nos preguntamos cómo evitar el hambre si escaseaba la caza, luego qué hacer con el excedente de la agricultura. Más adelante cómo protegerlo de quienes preferían robar a producir. Posteriormente, cómo defendernos de quienes nos gobernaban a cambio de protección. Hoy, cómo distanciarnos de los menos favorecidos… ¿Y mañana? ¿Cómo protegernos de las decisiones tomadas en base a evidencias estadísticas?
La Inteligencia Artificial supone un cambio de paradigma, no es un nuevo salto en nuestras capacidades de computación, es el momento en que los datos comenzarán a generar nuevos datos… sin nuestra interacción. Un nuevo tipo de inteligencia, diferente a la nuestra, quizás superior.
Así lleva a cabo su inteligencia de mercado, la cervecera líder en España para estar al tanto de los cambios de comportamiento de los consumidores de cerveza, y reaccionar a tiempo ante nuevas demandas y tendencias en el consumo en particular y en la hostelería en general. Smartup ha desarrollado una arquitectura de datos “on cloud” desde la que extrae datos de miles de restaurantes y bares e identifica variaciones en los hábitos, los maridajes, e, incluso, en los precios de venta al público. La ingesta y analítica recurrente de los datos permite obtener una lectura iterativa de los resultados, lo que permite no solo leer los datos en tiempo casi real, sino también identificar tendencias de mercado y poder adelantarse ante incipientes necesidades de los consumidores.
Y esto sí, nos acerca a nuestra concepción de religión, ¿verdad? Como se suele decir, si no es una religión… se parece mucho.
En cualquier caso, si el Dataísmo implica un cambio tan relevante en el sistema social, no importa si lo llamamos religión o si preferimos denominarlo evolución. En todo caso, hay que unirse a él. Estamos descubriendo múltiples caminos en este itinerario y solo me atrevo a enumerar dos de los elementos necesarios para este apasionante viaje: la sostenibilidad como marco inquebrantable (en sus tres ramas, la medioambiental, la social y la de gobernanza) y la ética para el desarrollo global de toda la humanidad.
Claramente, nos encontramos ante la “tormenta perfecta” de la analítica de datos: por un lado, cada vez hay más rastro o huella de comportamiento, en su mayoría digital, que caracteriza nuestro comportamiento en cada una de las acciones, cotidianas o excepcionales, que hacemos cada día. Y, por otro lado, el coste computacional para la ingesta y analítica de estos datos es, cada vez, más bajo. Estas dos circunstancias, que nunca antes en la historia habían confluido de un modo tan impactante, nos han traído a una etapa de “democratización” de los datos que permite a todo tipo de empresas y organizaciones acceder al Dataísmo y mejorar con ello sus operaciones diarias tomando mejores decisiones estratégicas.
Todo lo anterior genera un tipo de empresas puramente digitales, como es el caso de uno de los ecommerce de mayor crecimiento entre nuestros más de 80 clientes, que tiene como actividad la confección y venta al cliente final de ropa deportiva de mujer. La empresa está llevando a cabo una digitalización de su área comercial. Como en el caso anterior, posee una arquitectura que les ayuda a entender el comportamiento de sus clientes desde que tienen la intención de comprar ropa deportiva hasta que finalmente adquieren un producto de su marca. La descripción de la actividad a través “customer journey” permite adecuar sus campañas promocionales a segmentos concretos según cómo se relacionan estos con la marca. De esta manera, y según el grado de fidelidad o compromiso, pueden segmentar el portfolio de clientes en distintos clústeres con el fin de ultra personalizar los mensajes y contenidos y, de esta forma, conseguir un mayor retorno de las inversiones de las campañas.
En este caso, la recurrencia de la analítica permite a la empresa, conocer si las acciones llevadas a cabo han logrado el efecto deseado, o, por el contrario, se requiere adecuar los contenidos si estos no han producido impacto positivo en los potenciales clientes.
Podríamos enumerar decenas de ejemplos como los anteriores, y apuntar a las automatizaciones futuras que los datos nos están facilitando, pero eso será en la siguiente revisión de resultados. Mientras tanto, seguiremos haciéndonos nuevas preguntas y buscando en el Dataísmo, sus respuestas…. Como se ha hecho siempre.
Biografía: Socio fundador de Smartup. Profesor en The Valley y Deusto.
Fecha de creación: 30 enero 2024
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